martes, mayo 28, 2013

El placer de existir


Obviamente había visto hacer infinidad de cosas horribles al cuerpo humano.
Es decir había visto los resultados.
Pero nunca había visto a nadie recibir un disparo.
Y mucho menos a medio metro de mí.
Aunque no me asuste tanto cómo hubiera imaginado.
Quizá porque sabía que podría reparar los daños.
Rehacer lo que se había deshecho.






Cuando ChangMin se levantó del piso, el ladrón ya no estaba.

Y por ende, la bolsa de la mujer tampoco.

El olor a pólvora tardó poco para llegar a sus fosas nasales.

Asqueroso. Aturdidor.

Aún sentía el sonido de los balazos repicando en sus oídos.

Cuatro, según su percepción.

Cuatro y un cuerpo muerto, según su lógica.

El aroma de la sangre y las entrañas calientes que comenzaban a llegar a su nariz, la sensación de que un humano abierto y aún fogoso estaba cerca, le dijeron todo.

Que el ladrón por muy cara de estúpido que tuviera, poseía buena puntería.

Se asomó, por encima de los bultos de arena que estaban tirados en el suelo para verlo.

Era un chico, cómo había alcanzado a notar antes de que el ladrón disparara.

Un chico muy hermoso.

ChangMin se acercó y examinó con cuidado.

Una sola bala, incrustada en el pecho. 

El ladrón había disparado cuatro proyectiles, pero sólo uno había logrado llegar a donde quería, porque las demás habían caído en el estomago, abriendo de forma obscena el joven cuerpo.

La sangre salía a borbotones y las entrañas del chico adornaban parte del asfalto.

A su cara no había llegado la sangre, ChangMin distinguió la nariz más bonita que había visto en su vida y unos labios perfectos, empujados aún más hacía la belleza gracias a un lunar en la parte superior, ChangMin pensó de repente en la tierra y la luna. 

Ese lunar era el satélite natural exclusivo de aquellos labios muertos.

Había sido una verdadera lástima, un chico tan hermoso y valiente, todo un caballero al querer ayudar a una mujer cuyo bolso fue arrebatado por un solitario terrorista.

Lo había perseguido por al menos seis calles. 

Hasta que el ladrón recordó que llevaba una pistola bajo su chaqueta y decidió usarla.

Entonces el chico de seguro supo que era mejor opción haberse quedado a consolar a la mujer, que intentar atrapar al ladrón en cuanto su cuerpo fue penetrado por la primera bala.

—Fuiste muy imprudente—regañó ChangMin con un tono dulce, agitando el flequillo negro del muchacho mientras estaba en cuclillas—muy. Muy imprudente.

Se levantó exhalando aliento, los sonidos de unos tacones apurados sobre el piso lo advirtieron.

Frente a ChangMin estaba una mujer, ajetreada, despeinada por la carrera que se vio obligada a  realizar, con tacones innecesariamente altos y el cabello teñido de un rubio chillón.

No llevaba bolso.

— ¿Qué ocurrió? —preguntó y ChangMin apenas pudo entenderle. Su respiración era muy pesada.

—El tipo que robó su bolso le dio un balazo—la mujer se cubrió la boca y luego se acercó dos pasos.

Desde donde estaba no veía el cuerpo.

—Pero, cómo…

—Por favor, llame a la policía y pida que manden una ambulancia. Hay un teléfono público en la siguiente calle—pidió y adelantándose a lo que la mujer diría, extendió la mano con las monedas suficientes en ella—apresúrese.

La mujer se acercó lo suficiente para tomar las monedas y, cuando sus ojos lograron ver un poco más del cuerpo mancillado, su estomago se comprimió, amenazándole con arcadas.

— ¿Está vivo? —preguntó con cautela, el puño con las monedas temblándole y los talones casi a punto de romperse.

—Aún respira—mintió, sabiendo que la mujer no había visto lo peor del asunto.

Cómo las tripas tintineando fuera del cuerpo, por ejemplo.

— ¡Volveré pronto! —gritó de repente ella, ya alejándose corriendo mientras luchaba contra el cansancio de sus pies dentro de los enormes tacones.

—Si, claro—respondió él, a la nada.

Con algo de suerte ella no llegaría tan pronto, y él podría hacer lo que tenía pensado.






El cuadro era realmente desagradable.

ChangMin se aseguró de que no hubiera animales cerca que pudieran alterar su tarea y, con mucho cuidado, comenzó a juntar las entrañas del joven

Gracias al cielo llevaba guantes, y la sangre no manchó más que estos.

Pero los órganos eran resbaladizos y ChangMin estaba muy nervioso.

Era la primera vez que iba a hacerlo estando completamente consciente de ello.

Las otras veces habían sido sólo pruebas. Confirmaciones.

Esto era real.

Muy real.

Un pedazo de tripa se rompió, cayó contra el piso y salpicó sangre sobre los pantalones negros de ChangMin.

Oh. Que genial.

Lo tomó de vuelta entre sus manos lo más rápido que pudo.

Tenía todas las entrañas juntas ahora, las acomodó dentro del agujero que se había formado.

La sangre seguía expandiéndose por la calle, no tenía caso tratar de recuperarla. Ya estaba sucia.

ChangMin supuso que necesitarían algunas transfusiones más tarde.

Se quitó los guantes.

Y comenzó.






Los órganos comenzaron a retorcerse bajo su palma,  buscando el cuerpo al que alguna vez pertenecieron.

Los pedazos de carne, de piel, iniciaron el proceso de juntarse, poco a poco, carne rota se junto a otra carne rota y crearon una figura lisa de nuevo.

Los órganos se repararon, el pedazo que había rotó ChangMin se compuso y se acomodó en su respectivo lugar dentro del cuerpo del chico. Cuando los órganos estuvieron en su lugar, la piel ya restaurada, cubrió el agujero y al mismo tiempo  las cuatro balas emergieron, cayeron sobre el piso y rebotaron.

El olor a pólvora volvió con eso, pero las balas ya estaban frías.

ChangMin se incorporó, y el muchacho abrió los ojos.

—Hola—ChangMin lo miró desde arriba, y fingió estar observando su rostro por primera vez.

—Ah, hola—el chico gimió y se tocó la cabeza. Le extrañó sentir algo húmedo así que se miró la mano.

Su mano tenía sangre, un grito quedó atorado en su garganta.

—Iba pasando por aquí y te vi resbalar debido a la sangre, ¿estás bien?

El chico se sentó con dificultad, al parecer la cabeza le dolía mucho porque no dejaba de tocársela.

—Si, estoy bien pero—notó que sus dos manos estaban ensangrentadas y bajó él, todo el piso yacía manchado de sangre, cuyo olor le escocia la nariz.

—Ah—ChangMin logró emitir una risa pequeña y casual—este lugar de vez en cuando funge como matadero, tú sabes, vacas, cerdos. Los ejecutores no son muy limpios sin embargo, es una pena que te hayas manchado así.

El chico miró lentamente a su alrededor por un momento, cómo tratando de confirmar lo dicho por ChangMin con sus propios ojos, pero ChangMin no lo dejó terminar, lo tomó por el codo y prácticamente lo levantó con su propia fuerza. El joven había perdido mucha sangre después de todo.

Si no es muy imprudente de mi parte, ¿qué te parece si me acompañas a mi apartamento para que busque un par de cosas para ti?, creo somos de la misma talla, y justo ahora estoy haciendo un recorte de ropa, hay un par que no me quedan más, pero estoy seguro de que a ti si—sonrió, sin mostrar los dientes. —Tú tienes una cintura más pronunciada y pequeña.

El chico sonrió y bajó el rostro, repentinamente abochornado.

ChangMin tomó eso cómo un si implícito, tomó la muñeca izquierda del joven y comenzó a andar, sin prisa alguna.

Luego de dar unos seis pasos, el sonido angustiante y aturdidor de una ambulancia llenó todo el lugar, ChangMin ni siquiera volteó a verla. Jaló al chico para que fuera a su nivel, hombro con hombro, le sonrió y preguntó, con un toque de diversión en la voz.

— ¿Cuál es tu nombre?

El chico había visto a la ambulancia con los pequeños ojos llenos de curiosidad, de la misma forma cómo miraría un niño pequeño algo que ve por primera vez. Sus labios abiertos ligeramente, en pos de palabras que tal vez se había olvidado de decir. Sintió cómo si estuviera olvidando algo de si mismo en otro lado.

—YunHo—susurró. 

Y siguió caminando junto a ChangMin.






Creyó escuchar la voz de la mujer, alterada a lo lejos. 

Juro que estaba aquí, o algo así.

Alzó el brazo y detuvo un taxi, espero a que YunHo abordara primero, con movimientos lentos y casi titubeantes, y luego subió él.

En casa no había ropa esperando un nuevo dueño, pero eso podía arreglarse.

Eres mío, susurró quejumbrosa una voz en su cabeza, ahora eres mío.

Puedo hacer lo que quiera contigo.

Estiró los labios en una sonrisa.

El taxi regresó, y pasó al lado de la ambulancia, ChangMin se permitió mirar el rostro de la mujer rubia con altos tacones, la miró expectante mientras sus cejas se curvaban en una mueca burlona.

El taxi siguió avanzando, y poco a poco dejó el sonido de la ambulancia atrás.

El joven YunHo por su parte, se arremolino en su parte del asiento, esperando a por órdenes, de forma inconsciente.

ChangMin sabía que todavía no lo tenía por completo de su parte, pero era únicamente cuestión de tiempo.

Siempre era así.

Pas los dedos por los manchados guantes y los metió en uno de los bolsillos de su pantalón, antes de introducir ambas manos en cada una de las bolsas de su abrigo. 

YunHo no lo miró mientras sus pensamientos y su persona misma se hundían en una nebulosa capa, que destruía y creaba a la par.

Un nuevo ser.

2 comentarios:

  1. Woo , Me quede unni , :O , por que , ya pense yo que ya mataste a mi bunny baby ;_; , y yo que soy sentimental , las lagrimas me salen al toque , me encanto .. aww , fascinant , y mas por que Changmin es posesivo con , el
    aww , !!! Unni este oneshot tiene paara twhot , o tal vez pa mas xD ,, continualo , esta recontra hermoso ♥
    !!!! Hermosisimo !!! Saranghae unni , estoy muy feliz por tu regreso :) !!
    Ah , la cancion del Bezea !! Cool ♥ a mi no me gusta mucho el rap , pero este me lleno !! Lindo unni :) !! Saranghaeyo <3 !!!

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  2. My God que buena historia xD Juro que por un momento pense que YunHo ya no viviria auqneu no entiendo como ChangMin lo hizo pero en fin xDDD Lo ame fue demasiado asgdhgdhasghsgdhgashdgshsh♥ Y feliz por tu comeback~~ xDDD hsagdhasgdhasdhsaghdsa♥
    Muchas Graciassss *u* ♥~~

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