domingo, marzo 02, 2014

Editadas — Publicadas

— ¿Cuál es el título? —cuestionó Shim, golpeando las hojas contra el escritorio para acomodarlas.

YunHo dio vuelta a la piruleta dentro de su boca.

—No lo sé. Sólo recuerdo el nombre de la protagonista. Se llamaba Liesel.

ChangMin asintió.

—Voy a buscarlo por ti—se levantó de su asiento y tomó su abrigo.

— ¿Eh?, no, no quiero que te molestes.

—Tonto—refutó Shim— ¿crees que haría algo por ti si me causará una molestia?

YunHo sonrió.

—Gracias.

ChangMin salió, y YunHo dio por entendido que el día laboral había terminado. Se suponía que debía quedarse y escribir al menos medio capítulo más del libro próximo a publicar pero…un parque de atracciones había sido abierto hace poco. Hace mucho que no iba a alguno, desde que tenía quince años, más o menos. Desde eso habían pasado ya doce años, lo cual sonaba triste, ¿no debería el ser humano promedio visitar un parque de atracciones al menos cada tres años?

Con aspecto inocente pero una mente llena de pensamientos malvados, salió de la oficina y montó su carro, manejando pronto lejos del trabajo y cerca de la diversión.










Shim abrió la oficina, la oficina que fue suya por largo tiempo. Su hijo no estaba.

Se sentó en la silla grande, giratoria de piel que había mandado hacer veinte años atrás, cómoda cómo siempre, esperando un ocupante.

Con dedos distraídos abrió el cajón derecho del escritorio, dos hileras de hojas fueron descubiertas. Una, con letra garabateada anunciaba <<Editadas>>, la otra <<Publicadas>>.

Aquello le pareció extraño, y la curiosidad atenazó fuerte en su interior.

Sacó ambas pilas de papel, y comenzó a revisar.










 La ladrona de libros, ¡claro!, maldición, no puedo creer que no pueda recordarlo. Ese estúpido de YunHo…—ChangMin notó las luces de su oficina prendidas, lo cual lo sorprendió, creyó que YunHo ya estaría en casa, teniendo una noche de películas con ese ridículo gato suyo de nombre Bambi. Abrió la puerta y estaba listo para lanzar un comentario sarcástico cuándo notó a su padre, con los lentes de leer puestos, absorto en hojas impresas que casi pudo reconocer.

El hombre mayor al percibir su presencia, se enderezó, sacó los lentes de armazón grueso y habló, con un tono pesado, cansado, decepcionado.

—Así que esto haces.

Los labios de ChangMin se separaron, cayendo en reconocimiento. Reconociendo, sabiendo de más lo que las hojas vertidas sobre el escritorio decían. Y lo que no.

Se preparó.







—Con toda razón este niño no ha salido de aquí—las hojas seguían regadas, desordenadas sobre el escritorio de una manera que ChangMin jamás permitiría si la situación fuera diferente. Pero no lo era. Su padre calló por unos minutos antes de continuar—cuándo YunHo llegó aquí, fui yo quién edito su primer novela, creí que sería cuestión de dos libros más para que obtuviera un reconocimiento palpable. No era algo difícil, sus libros son concisos y es fácil editarlos, deje todo en tus manos y… ¿por qué haces esto ChangMin?, ¿lo odias a él—ChangMin miró a su padre, a los ojos, cómo pocas veces lo hacía—o me odias a mí?

ChangMin bajó la mirada.

—No es nada de eso, padre.

—Entonces dime que es. Quiero entender, no quiero pensar que haces cosas así por ninguna razón.

ChangMin respiró profundamente, sintiendo el aire pesado y difícil de introducir al cuerpo. Miró hacia el lado lateral izquierdo, al mueble lleno de los libros publicados de YunHo. Pero él sabía que esos no eran todos.

—YunHo era un escritor independiente. Y yo…—apretó los labios, sintiendo sus palabras ridículas, sabía de más los acontecimientos vividos, pero si los ponía en palabras sonaba todo tan estúpido. —Me encantaron sus libros, padre. Por eso lo busqué y ofrecí tu editorial. Pero cuando supe que si lo dejaba brillar él pronto se iría, yo…

ChangMin buscó continuar. Con desesperación lo intentó, de verdad, de verdad lo intentó. Pero no pudo. Su corazón palpitaba bravamente en su pecho, casi haciendo emerger el pecho de ChangMin fuera de su contorno.

El señor ChaSung suspiró, apiadándose de su hijo.

—Entiendo. Lo entiendo, hijo.

ChangMin no alzó la mirada, y nadie más habló.







—Deberías mandar a revisar la cafetera, está muy lenta últimamente…—YunHo detuvo su palabrería cuándo reconoció el rostro maduro de Shim ChaSung sentado en el sillón de ChangMin—ah, buenos días.

—Buenos días, YunHo.






— ¿ChangMin ya no va a ser mi editor?

El señor Shim negó, con suavidad.

—Yo quería que él tuviera más tiempo para revisar el trabajo de los demás escritores y editores, y tus libros YunHo, son buenos, fáciles de corregir por sus pequeñeces, hasta el punto en que un vejete cómo yo puede hacerlo—ChaSung dio a YunHo una sonrisa—ChangMin iba avanzado en la revisión de tu reciente manuscrito, pero yo empezare a revisar desde el inicio, ¿no tienes ningún inconveniente?

YunHo negó dos veces, con una sonrisa vacilante en el rostro.

—Bueno, entonces comencemos.

YunHo asintió, miró a su café y luego incluso de media hora, no fue capaz de terminárselo.










ChangMin apretó el botón y la cafetera comenzó a trabajar. Últimamente su consumo de café iba en aumento, a pesar de que su trabajo era menos que antes.

La máquina se tardó una eternidad en terminar la tarea y ChangMin chistó, fastidiado.

—Debo hacer que revisen esta cosa—se quejó.

— ¿Tuvo tan buen recibimiento? —preguntó KyuSoo, apenas pocos pasos lejos de ChangMin, con destino a la tan solicitada cafetera.

—Si. Ha estado yendo de entrevista en entrevista, aunque es bueno hablando, el nido que tiene por cabello roba más la atención que sus palabras—ambos hombres rieron—el señor Shim debería decirle que se corte el pelo.

Al oír la mención de su padre, ChangMin se volvió hacia sus empleados.

— ¿Quién debe cortarse el pelo? —preguntó a Lawrence, luego de un segundo de deducción, añadió, no sin ganas de que no fuera cierto: — ¿YunHo?

Lawrence asintió, sonriendo.

— ¿No crees que no luce muy intelectual con su cabello así?, es un chico guapo, debería sacar provecho de eso. Pocos escritores tienen una cara cómo la suya.

El señor KyuSoo asintió en acuerdo. ChangMin sin embargo chasqueó los dientes, en molestia.

— ¿Qué es él?, ¿un modelo?, ¿por qué necesitaría lucir apuesto? —además, su peinado idiota luce tierno—no confundan las cosas.

ChangMin se alejó de los dos hombres, quienes a pesar de saber que su jefe no era la cantidad exacta de miel sobre hojuelas, se sorprendieron con su respuesta.

—Pero podría atraer más público femenino y vender más…—masculló débilmente Lawrence, sin mucha intención de cambiar su inofensiva opinión.

— ¡Que no! —bramó ChangMin, ya lejos del lugar.






—Ash, HyukJae es realmente lento en editar—se quejó ChangMin en voz alta, dentro de su nueva oficina. Su oficina estaba lejos de la de su padre, así que no solía encontrarse con YunHo ya que el único punto en común que podrían tener era la cafetera —ahora reparada y rápida en su tarea—, y ChangMin había estado yendo seguido pero en ninguna ocasión se había topado con el niño del 86 con problemas de consumo excesivo de cafeína.

El tono corto y fuerte de su celular anunciando un nuevo mensaje cortó el repentino silencio del que era presa, con una mano alcanzó el aparato y deslizó el dedo por la pantalla para descubrir el texto.



De: Padre.
Voy a salir, por favor encárgate de cerrar.



ChangMin cerró el mensaje y bloqueó el celular sin hacer mucho más, hasta que reparó en que, tal vez vería a YunHo a la salida, si es que Jung no había hecho otra de sus huidas a media jornada de trabajo.

La emoción llegó rápida al que tal vez sería un encuentro pero la empujó lejos, siguiendo con su trabajo.

Cuándo el reloj indicó las siete, ChangMin se levantó con premura de su asiento. Recorrió los pasillos ya solitarios debido a que los colegas si terminaban el trabajo temprano, podían irse a casa, cuándo llegó al pasillo de la oficina de su padre, la luz estaba prendida. El haz luminoso y pequeño teñía una pequeña parte del piso bajo la puerta. El hecho de que sólo podrían ser su padre o YunHo era por mucho sorprendente. Era más factible que su padre hubiera regresado a que YunHo obedientemente se haya quedado a cumplir sus horas laborales alabadas por contrato.

Cuándo abrió la puerta, YunHo no lo miró. Estaba enfrascado en su computador, tecleando con rapidez.

— ¿Una nueva novela? —preguntó, sacando de su estupor al otro.

Los ojos pequeños de YunHo se volvieron por segundos dos grandes círculos sorprendidos, luego se calmó y siguió su trabajo.

—Si.

A ChangMin le extrañó que tuviera tan poco para decir, pero lo dejó ser. Se sentó en la orilla del escritorio, con el muslo al lado del ordenador portátil de YunHo.

— ¿Cómo es que ahora eres tan obediente? —usó un tono sospechoso, divirtiéndose con la situación que creyó nunca iba a ver—cuándo yo te decía que avanzaras en la novela, nunca me hacías caso. ¿Por qué a mi padre si?

—Tu padre es una persona mayor, ChangMin—contestó Jung, cómo si no fuera obvio.

— ¿Así que tú no me obedecías porque soy menor que tú?

YunHo iba a contestar, pero se detuvo y en su lugar atacó;

—Como sea, ¿qué haces aquí?, ya es la hora de salida.

ChangMin se levantó y dejó caer las llaves del edificio sobre el escritorio.

—Cierra bien—YunHo asintió y siguió con su trabajo. ChangMin, incorporado bien en su gran altura, miró hacia abajo—y no trabajes hasta muy tarde.

YunHo volvió a asentir, sorprendido. Antes de salir, ChangMin se volvió, luego de hacer un gesto que indicaba que había recordado algo importante.

— ¡Ah! y YunHo—dijo, para llamar su atención—si te piden que te cortes el pelo, no lo hagas.

ChangMin salió de la habitación y YunHo se permitió fruncir el ceño.










—YunHo obtuvo muy buenas críticas y el primer tiraje de su nueva novela será aumentada con 5,000 impresos más. ¿No estás feliz por él? —ChaSung dijo, buscando una conversación casual mientras ambos, padre e hijo, cortaban los pedazos grandes de carne en sus platos.

ChangMin cortó un pedazo y se lo metió a la boca.

—Estamos en casa padre, no quiero hablar de cosas de oficina—comió otro pedazo, seguro de haber zanjado la conversación.

— ¿YunHo es un tema de oficina? —pero no era así. ChaSung detuvo sus acciones, limpió su boca con la servilleta blanca y grande, y lanzó un suspiro—perdona hijo, no creí que para ti lo fuera.

ChangMin estuvo tentado a dejar ir las cosas cómo iban, pero rendido, bajó los cubiertos y masajeó su entrecejo.

—Sabes que no lo es. Sólo no quiero hablar de él, porque sé que pronto le irá tan bien, que no lo veré a menos que haga una rueda de prensa y nos invite.

—A eso es a lo que voy—declaró ChaSung, alertando a ChangMin—por eso quiero hablarte de él—ChangMin sintió pesado el corazón de inmediato, lo que su padre quería decir tal vez, sólo tal vez, en un mar de posibilidades muy pequeño, no era lo que pensaba. —Recibió una oferta de trabajo en Skills. Es buena. Ellos quieren reclutarlo por contrato por cinco años. Es una gran oportunidad.

ChangMin se reclinó hacia atrás, golpeando su espalda contra el respaldo de la silla.

— ¿Ya aceptó? —cuestionó, con el hilillo de una voz debilitada, torpe y patética.

—No. Aún no—ChaSung se reclinó hacia atrás de forma relajada, completamente diferente de cómo lo hubiera hecho su hijo—pero va a hacerlo. Va a aceptar. De eso me encargo yo—ChaSung sonrió ligeramente y se levantó de su asiento a pesar de haber comido apenas dos bocados, dejando a ChangMin solo, lleno de pensamientos que a la vez, resultaban vacíos.



1 comentario:

  1. Ay changmin ,por que no solo aceptas que te preocupas por bunny , jajaj , incluso se puso celoso , :P ! ( no quiere que otras personas miren a su amor xD ) !!!

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